La noticia, de actualidad en estos días, sobre la presencia del asteroide 2004BL86 -de tamaño respetable (325 metros), orbitando “cerca” de la Tierra (1.2 millones de kilómetros, la Luna está a unos 300.000) y, lo más importante, con una pequeña luna de 70 metros girando a su alrededor- encendió de nuevo en mí la lucecita roja de aviso, apagada hacía tiempo.
Desde el año 1995 -en el que presenté una comunicación en el 6º Coloquio Eurafricano de Estudios del Sahara y Sahel, celebrado en Chinguetti (Mauritania), sobre el posible origen de impacto de la conocida y controvertida estructura circular de El Richat- he ido dándole vueltas al porqué de tantos cráteres de impacto en Mauritania. Y ese fue el objetivo de varias expediciones científicas a dicho país (2002, 2003 y 2007) llevadas a cabo desde el Museo de la Naturaleza y el Hombre del Cabildo de Tenerife. Y así, en base al importante material meteorítico colectado y la valiosa información obtenida, realizamos una magna exposición en la sede principal de CajaCanarias de Santa Cruz de Tenerife (mayo de 2006) titulada “Impacto: Cráteres en el Sahara, ¿Efectos en Canarias?”, en la que ya presentábamos la hipótesis de un impacto triple, basada en la perfecta alineación NNE-SSW de los cráteres mauritanos de Temimichat (700m de diámetro) Tenoumer (2 kilómetros) y el espectacular Richat (más de 40 kilómetros), al que nombramos como “El Ojo del Sahara”, y que fue todo un referente para los astronautas de los años 60 y 70 del siglo pasado.
En la última expedición coordinada por nuestro Museo participamos cinco geólogos, un físico y dos biólogos, conformando así un excelente equipo de talla internacional: Los prestigiosos Doctores Jesús Martínez Frías y Fernando Rull, (geólogo planetario y catedrático de Cristalografía respectivamente, ambos estrechos colaboradores de la NASA y de la ESA); Los catedráticos de Geodinámica Ramón Capote y Fernando López Vera ; el eminente volcanólogo e hidrogeólogo José Manuel Navarro, “El Maño” (recientemente fallecido); mis colegas y amigos del Museo, veteranos compañeros de fatigas en tantas expediciones africanas, los excelentes biólogos Lázaro Sanchez-Pinto y José López Rondón, y el que suscribe, Francisco García-Talavera (geólogo-paleontólogo).
Pues bien, fruto de aquella extraordinaria expedición fueron los 300 kilogramos de muestras que se trajeron a los laboratorios de los citados centros, que han dado origen -tras su investigación y análisis de la información obtenida en esta y en las expediciones anteriores- a cuatro publicaciones en revistas especializadas, en las que los primeros resultados van apuntando hacia la hipótesis del impacto triple expuesta por nosotros, y que ahora cobra aún más verosimilitud con la presencia, cercana a nuestro planeta, de asteroides de grandes dimensiones, con una o más pequeñas lunas orbitando a su alrededor.
De esta manera nuestra hipótesis -verificada mediante un modelo físico-matemático de simulación por ordenador, por los Doctores Francisco Sobrón y Fernando Rull, de la Universidad de Valladolid- se corresponde con la caída, y posterior impacto, primero de un gran asteroide de más de 1 kilómetro de diámetro (que originó el cráter Richat), seguido, a los pocos segundos, por la mayor de sus dos lunas (de unos 100 m de longitud), e impactando a 224 kilometros de distancia (que formó el cráter Teunoumer) y, finalmente, la segunda luna (de unos 40 metros), que impactó a 166 kilómetros al NNE (cráter Temimichat).
El tremendo impacto de choque producido por este “tren” de asteroides (equivalente a cientos, o tal vez miles, de bombas nucleares) –que, según las últimas dataciones, bien pudo ocurrir hace poco más de 20.000 años− con toda probabilidad tuvo efectos catastróficos en los ecosistemas norteafricanos de aquella época y cuya inmediata consecuencia fue la devastación de todo tipo de vida en esa región del Sahara. También, aunque más atenuada, se dejaría sentir en nuestro Archipiélago, situado a tan solo 800 Km.
Desafortunadamente, este apasionante proyecto ha permanecido ralentizado en los últimos años, debido, fundamentalmente, a los graves problemas de inseguridad de esta zona del desierto. Todos confiamos, por el bien de la Ciencia, en su reactivación en un futuro próximo. Estamos en ello.
Francisco García-Talavera Casañas, geólogo y paleontólogo , exdirector del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife, expresidente de Museos de Tenerife y actual asesor emérito de la citada institución.